Disruptivo es un término que
procede del inglés disruptive y
que se utiliza para nombrar a aquello que produce una ruptura brusca. Por lo
general el término se utiliza en un sentido simbólico, en referencia a algo que genera
un cambio muy importante o determinante (sin importar si dicho cambio tiene un
correlato físico).
Por ejemplo: “La creación de la computadora personal fue algo totalmente
disruptivo en la sociedad contemporánea”

La innovación o es disruptiva o no lo es. Estamos tan acostumbradas a los cambios cosméticos, al cambiar todo para que nada cambie, a hacer que hacemos,… que llamamos innovación a cosas que no lo son.
Las innovaciones radicales, van a las raíces, como su nombre indica. Atajan las causas, no los síntomas.
Ante la existencia de muchas prácticas educativas pensadas para tiempo pasados y que carecen de sentido y eficacia en este momento, son muchas las voces que se alzan pidiendo a gritos cambios profundos en la educación
Me uno a ellas, pero antes quiero dejar claro que conozco a muchas profesoras y profesores que lo intentan y que son, en muchas ocasiones, incomprendidos y hasta criticados. Vaya para ellas y ellos mi reconocimiento de antemano.
Las declaraciones de la red de centros de los Jesuitas catalanes de poner en marcha en sus centros de manera progresiva cambios muy importantes, han hecho surgir, por una parte, algunas preguntas y , por otra, la esperanza de que el cambio es posible.
Hace unos días, me preguntaban al respecto en una emisora de Radio Nacional en Catalunya.
Además de verdadero sentido de la educación en este momento, hablábamos del proceso seguido por esta red de centros para llegar a lo que han denominado Horitzó 2020; de la participación del profesorado, del alumnado y de las familias en la definición de esa educación que sueñan y a la quieren dirigirse.
Es cierto que han tendido que concitar muchas ideas y voluntades en un proceso participativo que ha llevado su tiempo; que alguien ha iniciado el proceso y lo ha dinamizado, pero también es cierto que tienen unas familias de clase media e incluso más alto, con un nivel sociocultural importante que están dispuestas a avalar los cambios radicales que se proponen iniciar. Cambios que van más allá de la metodología, los horarios, la organización y que incluye la modificación de las etapas educativas actuales.
Hasta aquí, todo perfecto y me alegro de que pongan en marcha cosas como estás. Pero…también lo quiero para mí y cuando digo para mí me estoy refiriendo a la escuela pública.
¿Podría un centro público individualmente o en red plantar cambios de este calibre?
¿Se aceptaría que el profesorado, las familias y el alumnado, juntos y después de un proceso rigurosos de participación y toma de decisiones pusieran en marcha lo decidido? La participación si no conlleva la toma de decisiones, no existe, no es real. Puede ser colaborar, ayudar,… Otra vez más, hacer que se participa.
Que nadie entienda que no estoy de acuerdo con los cambios o defiendo que han de ser para todos los centros o para ninguno. ¡Dios me libre! Estupendo que se abran fisuras en el sistema y ojalá que cunda el ejemplo
Desde hace muchos años, cuando me preguntan por lo que se puede o no hacer en los centros respondo: “todo lo que no está expresamente prohibido está permitido“, así que animo y a ponerlo en práctica, antes de que lo prohíban expresamente.
(Extraído del sigueinte enlace: http://www.blogcanaleducacion.es/innovaciones-disruptivas/)
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